La economía marcha bien, pero las cosas pueden empeorar en cualquier momento. Fiel a su tradición histórica, Venezuela vive un auge que nadie sabe hasta cuándo se podrá sostener, con un elemento adicional: Nadie sabe todavía hasta dónde llegará el “Socialismo del Siglo XXI”.
Si en algo coinciden los analistas de la economía venezolana, es en afirmar que ésta mantendrá en el mediano plazo la curva ascendente iniciada durante el último trimestre de 2003. Al menos así será mientras los precios del petróleo continúen en alza, situación que, según las proyecciones internacionales, no tendrá variación durante la primera mitad de 2006, lo que permitirá al Gobierno mantener a ritmo galopante el gasto público, con el consecuente “buen estado” de los indicadores macroeconómicos.
De hecho, las metas gubernamentales, planteadas en el presupuesto 2005, de cerrar el año con un crecimiento de 5% del Producto Interno Bruto y una inflación máxima de 15%, lucen superables en grado extremo, al punto que la expansión acumulada en el primer semestre supera 9%, y especialmente si se observa que la cesta venezolana de crudos se ubica por encima de los 53 dólares el barril, con lo que el Estado está recibiendo casi 100% de ingresos adicionales a los previstos en el presupuesto.
Es más, las proyecciones podrían quedarse cortas. Al cierre del primer semestre del año, el PIB registró un aumento de 9,3% respecto al mismo período del 2004, impulsado por el 10,5% de incremento de la actividad no petrolera y 1,5% de del sector de los hidrocarburos; situación que ha llevado a aumentar en 3 puntos las previsiones de crecimiento del PIB.
Sin embargo, analistas y voceros del sector privado afirman que esta realidad es ilusoria, porque no se están reforzando las bases de un desarrollo sostenido. “Hay una total pérdida de perspectivas en el Gobierno, que crea un espejismo de riqueza. ¿Qué va a pasar cuando los precios del petróleo desciendan? Se está viendo esta bonanza como eterna, y el petróleo, como cualquier commoditie, tiene sus altos y bajos. En algún momento nos tocará la caída y el país no se ha ido preparando para cuando eso suceda”, comenta César Aristimuño, director principal de Aristimuño, Herrera y Asociados.
Inversiones que no llegan
Aunque resulte paradójico pensar en un escenario adverso en medio de este mar de dólares, en el horizonte comienzan a despuntar las primeras señales de una posible recesión. Una segunda lectura de los indicadores de la actividad industrial revela que, si bien el sector experimentó un crecimiento de 12,4% durante el segundo trimestre del año, en comparación con el trimestre anterior, la manufactura experimentó una caída de 13,1 puntos porcentuales respecto al mismo período del 2004.
Miguel Ángel Santos: “En una economía donde los controles tienden a incrementarse, es difícil que el sector privado se arriesgue a invertir para aumentar la producción”.
“Evidentemente, existe un crecimiento de la oferta y la demanda de bienes y servicios muy superior al registrado antes del paro de diciembre de 2002 y enero de 2003; pero, en términos reales, la producción nacional se mantiene en los mismos niveles de 1998”, afirma Miguel Ángel Santos, profesor del IESA. Para Eduardo Gómez Sigala, presidente de Conindustria, esta situación se debe a que las empresas están produciendo al límite de su capacitad instalada, por lo cual no se puede esperar un incremento del PIB por esta vía, “con el agravante de que el sector no se están realizando nuevas inversiones y la mayoría de nuestros agremiados (60%) dice que no piensa realizarlas en el corto plazo”, afirma.
La pequeña y mediana industria no escapa a esta realidad. Pese a haber alcanzado un repunte de 11,7% en el primer semestre de 2005, el sector podría ver caer la curva de crecimiento para el próximo año. “Hay un doble discurso que no permite ver el futuro con claridad: por un lado se observa un indiscutible crecimiento económico, pero este florecimiento no está dando pie a un verdadero desarrollo. El reto es hacer que una cosa conlleve la otra, pero para que esto ocurra se necesitan inversiones, pero éstas no se están realizando”, dice Miguel Pérez Abad, presidente de Fedeindustria. El problema se acentúa con el desmesurado aumento de las importaciones, las cuales, según Conindustria, podrían sobrepasar los 22.000 millones de dólares al cierre del año, cantidad que supera el récord histórico de 2001, cuando se importaron 16.000 millones de dólares.
De mantenerse esta tendencia, los empresarios prevén que, en el 2006, podría producirse una nueva contracción del PIB industrial, pese a la probable expansión de la demanda agregada como consecuencia de la política expansiva del gasto público.
En este sentido, Miguel Ángel Santos cree que no existen motivos para pensar que la situación vaya a cambiar en el futuro inmediato, por lo que estima que la inversión se mantendrá estancada durante el próximo año.
“En una economía donde los controles tienden a incrementarse, es difícil que el sector privado se arriesgue a invertir para aumentar la producción. Hará sólo las necesarias para mantener los niveles actuales, pero no para crecer. Creo que para sobrevivir, los industriales tratarán de plegarse, en la medida de sus posibilidades, a los planes del gobierno e idearse la manera de acceder a los sectores más bajos de la población”, asegura.
En lo que respecta a la inversión extranjera, no se esperan mayores recursos. Santos afirma que, con algo de suerte, al cierre de 2005 los capitales foráneos (incluyendo petróleo) apenas habrán dejado en el país 1.600 millones de dólares, cifra ligeramente superior al resultado de 2004 (US$ 1.300 millones); mientras que para 2006 prevé que se mantenga la desconfianza sobre el futuro económico y, por ende, la poca inversión.
Sobre el sector público, el economista asegura que se mantendrán los mismos niveles de inversión de los últimos 10 años, con un promedio anual de 13% del PIB, aunque con altas probabilidades a la baja. Este porcentaje seguirá siendo deficitario para apuntalar la economía, pues para que un país crezca entre 6 y 8% anual, debe invertir al menos 27% del PIB.
Deuda en Aumento
En los últimos 5 años, la deuda consolidada del país se elevó a 42.900 millones de dólares, de los cuales 64,4% (más de 27.000 millones de dólares) corresponden a la deuda externa y el restante 26.6% a las acreencias en el mercado interno, monto que, medido en moneda constante, ha sufrido un incremento de 1.300% respecto a la cifra registrada en 1998.
Gómez Sigala, Pérez Abad y Ortíz: La Industria, la Pyme y la Bolsa mantienen sus apuestas por el crecimiento, pero…
César Aristimuño estima los ingentes ingresos petroleros provocarán un aumento de la deuda, con la buena nueva (si es que se permite el término) que el endeudamiento interno seguirá suplantando al externo. “Esto es un enorme riesgo para el sector privado. Recordemos los casos recientes de Argentina y Ecuador, que llegaron a la hiperinflación por el uso indiscriminado de las finanzas del Estado para contraer más deuda interna”.
Un tanto más cauteloso, Santos afirma que si bien es cierto que el excedente petrolero no ha sido utilizado para pagar capital y así sanear las finanzas públicas, la República nunca ha dejado de cancelar sus compromisos “y no hay razón para pensar que esta situación cambie. El problema está en la enorme deuda acumulada y en la capacidad del gobierno para aumentarla, lo cual seguramente se hará en el futuro inmediato”.
En este mismo orden, afirma que el riesgo país seguirá alto. “El gobierno ha encontrado la manera de disimular este componente, al medir los bonos venezolanos contra los de Estados Unidos; es decir, la probabilidad de que la República no cancele su deuda. Pero el riesgo país mide muchas otras variables que no están tomando en cuenta”, afirma.
De cualquier manera, la disminución de la deuda es un tema que aparentemente no figura entre las preocupaciones inmediatas del Gobierno, máxime cuando los recursos petroleros siguen aumentando y el buen nivel de reservas está garantizado, lo que permitirá, en el corto plazo, acudir sin muchos problemas a los mercados internacionales en busca de nuevos fondos.
Inflación Controlada, pero alta
Todo indica que al cierre del 2005, el presidente Chávez habrá cumplido su promesa de hacer descender la inflación. Transcurridos los primeros 8 meses del año, el Indice de Precios al Consumidor había aumentado 8,9%, resultado que permite prever que la meta de inflación del gobierno, aunque sigue siendo la más la más elevada de América Latina, está asegurada.
Los estudiosos afirman que es poco probable que este escenario se repita para el próximo año, cuando el IPC podría rondar el 20%, pues la liberación de fondos gracias al traspaso de reservas internacionales, repercutirá en mayor liquidez, lo cual impulsará los precios al alza.
Santos plantea dos escenarios:
* De no ocurrir un shock externo (léase caída los precios del petróleo), la inflación podría ubicarse entre 12 y 16%, con una devaluación por debajo de la inflación, con lo cual se acentuaría la sobrevaluación; incremento de las importaciones; tasas de interés reales negativas y ampliación de la vulnerabilidad fiscal.
* Ante una eventual caída del crudo, el gobierno podría recurrir al modelo aplicado en 2002, es decir: una devaluación importante de alrededor de 50%; recorte del gasto fiscal; mayor presión impositiva; financiamiento fiscal vía Banco Central; más control de las divisas (lo que dispararía el dólar paralelo) y hasta una posible moratoria de compromisos de la deuda. Esto permitiría mantener el flujo de caja para las misiones y otros gastos del Estado, con un costo político muy bajo. Sin embargo, este último escenario luce poco probable. “El gobierno hará lo que sea para mantener la inflación baja, mucho más en un año electoral”, asegura Gómez Sigala, quien estima que además de las importaciones, los excesos de liquidez serán frenados por el Fonden.
Presupuesto paralelo
Dos instituciones estarán en el futuro muy agradecidas por la creación del Fondo de Desarrollo Nacional: la propia Asamblea Nacional y el Ministerio de Finanzas, entes que deberán preocuparse mucho menos por justificar el presupuesto de gastos 2006 -que podría estar por encima de 70 billones de bolívares-, pero que, en opinión de varios expertos, será poco menos que un “saludo a la bandera”.
Este nuevo actor de la vida económica del país, abultado inicialmente con los 6.000 millones de dólares provenientes de las reservas internacionales y profusamente nutrido con los ingresos excedentarios de Pdvsa, pasa a ser un presupuesto paralelo de divisas que permitirá al Estado cancelar deuda externa y pagar importaciones, permitiendo así liberar los bolívares equivalentes para el gasto interno. Aunado a ello, el gobierno podrá disponer también de un “dinerito” extra con el reparto de utilidades sobre la revalorización del oro de las reservas, monto que sólo es posible calcular con al impresión de más billetes inorgánicos.
¿Consecuencias? Aparte de las ya señaladas (expansión del gasto, incremento de las importaciones y más inflación), los venezolanos podrán gozar de un respiro en cuanto a presiones impositivas, aspecto altamente apreciado por el sector privado.
Auge tributario
“No veo la necesidad de aumentar o crear nuevos impuestos, pues el gobierno cuenta con dinero a manos llenas para sus gastos”, afirma Miguel Ángel Santos, quien duda de la eventual eliminación del Impuesto al Débito Bancario, tributo que tras haber sido reclasificado como ingreso corriente ordinario, contribuirá el próximo año con 2,4 billones de bolívares, más de 1% del PIB.
No obstante, el Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria y Aduanera, Seniat, ha dicho que el IDB pudiera ser sustituido por el Impuesto a la Suerte y el Azar, gravamen que no será bien recibido por los asiduos de bingos y salas de juego, pero que aportaría al Fisco tanto como lo entregado por el cobro a las transacciones bancarias.
Al margen del IDB, los analistas creen que no habrá grandes sorpresas en materia impositiva, más allá de tratar de extender la base de contribuyentes. Una reducción del IVA y al gravamen sobre la renta son improbables, aunque sí arreciarán los controles para evitar las evasiones.
Banca acorralada
La intervención del Gobierno en el sistema bancario se incrementará en los próximos años. Esta sentencia se sustenta en los evidentes signos actuales: control de las tasas, obligatoriedad de destinar 31,5% al financiamiento de diversas actividades del sector privado y la segura disminución de las ganancias por transacciones.
César Aristimuño prevé que para el próximo año se mantendrá el control de las tasas, con una posible disminución como mecanismo para incentivar el crédito. Señala además 4 puntos que incidirán negativamente en el sistema financiero:
* Las leyes de intermediación y comisiones, que arrojarán una sombra sobre el sector, especialmente en el plano internacional.
* La eliminación de las listas de morosidad, que impedirá el flujo de información sobre la capacidad de pago de los solicitantes.
* El nuevo esquema de encaje, con el posible desvío de hasta 2.1 billones de bolívares hacia el BCV y de allí al gobierno.
* La creación del Banco del Tesoro, que además de restar competencias al BCV, comprometerá el futuro de muchos bancos pequeños, algunos de los cuales dependen hasta en 70% de los depósitos oficiales.
Todas estas variables crearán distorsiones en la asignación del crédito, con el consecuente desestímulo a la gestión bancaria, debido a un incremento del riesgo que no se verá compensado con la rentabilidad; lo cual se agravará con la escasa inversión proyectada en el sector privado.
En cuanto al tipo de cambio, los expertos estiman que la promesa del ministro de Finanzas, Nelson Merentes, de que no habrá una devaluación, será cumplida a rajatabla. “No creo que el gobierno se arriesgue a devaluar en un año electoral. Además no tiene necesidad de ello”, asegura el economista César Aristimuño. “Aunque las reservas internacionales sufrirán una merma por el aporte al Fonden, se mantendrán por sobre los 20.000 millones de dólares, un nivel más que sano. Dudo que el dólar vaya a tener alguna variación”, coincide en decir Miguel Ángel Santos.
Socialismo con capital
Con sus detractores y defensores, la retórica social-comunista del presidente Hugo Chávez comienza a perfilarse como una realidad a corto plazo. “Creemos adecuado corregir las distorsiones del modelo capitalista, que no ha podido superar la inoperancia del libre mercado. Además, que 60% de la población de América Latina afirme estar dispuesta a sacrificar libertades democráticas en aras de seguridad laboral y ciudadana, es un indicador que los empresarios no podemos ignorar”, afirma Miguel Pérez Abad, presidente de Fedeindustria.
Por su parte, César Aristimuño señala que, bien entendido, el socialismo tiene sus ventajas. “España, Francia y Chile son gobernados por regímenes socialistas, pero donde se respeta la propiedad privada; donde se ha entendido que la riqueza no es dañina y han sabido sacar provecho del capital”.
Pragmático, Miguel Ángel Santos asegura que el discurso es meramente retórico. “El gobierno no quiere que el sector privado desaparezca, porque serían 2.5 millones de empleos menos que no puede absorber, pero quiere mantenerlo a raya y el modelo socialista podría ser una vía para lograrlo”.
A su vez, Nelson Ortiz, presidente de la Bolsa de Valores de Caracas no ve una disociación entre socialismo y el mercado de capitales. “El problema no es socialismo sino la rentabilidad. Lejos de lo que pudiera pensarse, el mecanismo más rápido para alcanzar una verdadera participación del trabajador en la propiedad de los medios de producción, es el mercado de capitales. Pero, para lograrlo son necesarias políticas públicas coherentes y de largo plazo que permitan a la microempresa desarrollar sus propios mercados de capital”.
En todo caso, sea retórica pura o tenga contenido, el “Socialismo del Siglo XXI” podría mantenerse lejos de las previsiones radicales por un buen tiempo más. Hasta 2008, según los más pesimistas, mientras que los menos pesimistas (en este punto, los únicos optimistas son los chavistas) dicen que se respetará un espacio para el sector privado, más pequeño, por supuesto, pero habrá oportunidades.
Miopía Bursátil
Tras una abrupta caída en el 2003, la Bolsa de Valores de Caracas logró, el año pasado, el mayor crecimiento a escala global. Pasado el efecto rebote de la economía, el corro capitalino se ha visto afectado por el rendimiento de las empresas. “Si se corrigiesen los mecanismos de control de precios y tarifas, las altas tasas de crecimiento y elevados niveles de liquidez permitirían un importante repunte del mercado de capitales. Pero insistimos en que esto dependerá del resultado de las empresas venezolanas: si ellas crecen, el mercado de capitales crecerá”, afirma Nelson Ortiz, presidente de la Bolsa de Valores de Caracas. Concuerda con los analistas en que 2006 será un año de crecimiento de la demanda interna, pero también está claro que serán las importaciones las que capitalicen el excedente, provocando un estancamiento del sector productivo nacional.
“El año pasado, los inversores apostaron fuertemente al mercado criollo, pero la realidad cambió este año y creemos que pudiera mantenerse durante 2006. Quizás para 2007, luego de las elecciones, haya un repunte, pero me confieso miope para lanzar una estimación sobre cuál será el resultado de la Bolsa en el mediano plazo. Sería poco responsable dar cifras de crecimiento cuando ese impulso está atado a las políticas públicas o eventos internacionales”.
No obstante, se aventura a afirmar que ante el auge de la liquidez y con tasas en rojo, el financiamiento bancario resulta muy barato, lo cual hace que las empresas prefieran este camino que financiarse a través de las apuestas bursátiles.
Aunque el errático y desconcertante comportamiento del mercado petrolero mundial ha dado al traste con todos los supuestos, los analistas insisten en que las espectacular alza del precio del crudo se mantendrá en lo que resta del año: los más optimistas afirman que podría superar la barrera de los 80 dólares, mientras que los más negativos aseguran que sobrepasará los 100.
Pero como todo lo que sube debe bajar, en algún momento los precios deberán estabilizarse, muy a pesar de los repuntes de mercados emergentes como India y China, o la creciente demanda estadounidense. Los expertos creen que cuando ese momento llegue, el próximo año veremos un crudo que oscilará en una banda entre 40 y 50 dólares.
El gobierno ha previsto este escenario. Recientemente, el presidente Chávez señaló que 40 dólares es un precio justo para el barril de petróleo; previsión que hace en buena medida para garantizar excedentes que permitan mantener el gato público. De hecho, las estimaciones del presupuesto 2006 apuntan a un precio de 35 dólares. “Hay que ser cautelosos y precavidos”, afirmó el presidente de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, Rodrigo Cabezas.
Maquillaje laboral
En términos reales, el número de empleos se redujo, durante el primer semestre del año, en 107.000 puestos de trabajo, producto de la caída del empleo privado en 131.000 unidades, cifra que no pudo ser compensada con los 24.500 puestos creados en la administración pública y otro tanto similar en la pequeña y mediana industria, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Fedeindustria, respectivamente.
Paradójicamente, el INE afirma que el desempleo disminuyó, en el mismo período, 1,9% respecto al segundo semestre del año pasado, ubicándose en 11,7%. Mientras, el gobierno afirma que el próximo año bajará a un dígito, lo cual podría llevar la tasa de desempleo a 9%. Pero ¿es real este descenso? Según el informe sobre el comportamiento de la economía nacional, durante el primer semestre, elaborado por el Banco Provincial -filial del español Bilbao Vizcaya Argentaria-, las cifras del INE están maquilladas con un supuesto descenso de la población económicamente activa que está buscando trabajo; amén de incluirse como empleados a los venezolanos que participan de las diferentes misiones que lleva adelante el gobierno.
Por otra parte, según el presidente de Fedeindustria, Miguel Pérez Abad, buena parte de los nuevos empleados del sector son contratados, y aunque ello contribuye a disminuir el índice de desempleo, no crea puestos de trabajos reales y dignos. Es más, prevé que esta situación se mantenga en los próximos meses, pues los empleadores no cuentan con las garantías suficientes para hacer crecer su nómina formal.
Pero las metas del gobierno pudieran recibir un espaldarazo de cumplirse la propuesta de extender los beneficios del seguro social a los trabajadores informales (46,8% de la población activa), lo cual definitivamente legalizaría la informalidad y arrastraría hacia la baja la tasa de desempleo.
Revista Gerente